miércoles, 30 de noviembre de 2016

Iglesia de nuestra Señora de la Paz


Otra construcción que destaca, a tan sólo unos metros de la Iglesia del Salvador es el Hospital de Nuestra Señora de la Paz o el asilo de San Juan de Dios, anexa a la Iglesia del mismo nombre. Este hospital de reducidas dimensiones era usado por los soldados de la ciudad del siglo XVI, aunque bien es cierto que la guarnición de Sevilla en aquellos años suponía un número ínfimo. Esta maravilla queda relegada a un segundo lugar por el Templo del Salvador, que prácticamente le hace sombra en sentido material, a parte del figurado.
El Hospital la Paz se asienta sobre un solar que en otros tiempos fue ocupado por sucesivos hospitales desde el siglo XIV. Así, se tiene noticias del Hospital de San Cosme y San Damián, que posteriormente fue denominado Hospital del Salvador y de la Misericordia.
Martín Meléndez Gallego disfrutó de esta soberana casa, haciendo esquina con la Plaza del Salvador, en vida de Fernando III, quien se la había concedido, y altruistamente la donó para servicios hospitalarios, así ha llegado hasta nuestros tiempos en los que pertenece a la Orden de San Juan de Dios.

Escudo de la Orden hospitalaria de San Juan de Dios, incrustada en la esquina del edificio
 
 En los primeros años del siglo XVI se convierte en hospital de bubas, y en 1574 se concede su donación a favor de los Hermanos de San Juan de Dios, destinando su uso a militares, como ya hemos dicho con anterioridad, manteniéndose en pie hasta nuestros días. Esta parroquia destaca por sus dos góticas torres, siendo junto a la de San Ildenfonso y a la de San Luis de los Franceses las únicas iglesias de la ciudad con un par de torres en la fachada.
En su fachada, los tres adornados cuerpos por columnas dóricas disponen de hornacinas con imágenes que representan a la Virgen, a San Juan de Dios y a San Agustín.



Mención especial se merece el hecho de que en el siglo XVIII, tras los daños provocados por el terremoto de Lisboa, fue Matías de Figueroa quien capitaneo las obras de restauración y mantenimiento.

 El interior es recogido y pequeño con varios retablos de importancia, resalta el altar mayor dominado por la Virgen de la Paz, la más querida de esta Casa a cuya advocación está dedicado este templo de la orden hospitalaria de San Juan de Dios.

 
Flanquean en las naves laterales, las imágenes de San Rafael y San Carlos Borromeo.
Destacan importantes autorías como Juan de Mesa, a quien se atribuye esta última obra, Blas Molner, creador de una espectacular Asunción del siglo XVIII

o un San Andrés, de Francisco de Ocampo, con su cruz en aspa, aparte de destacar varias
esculturas, como la de un Cristo atado a una columna cuyo cabello es natural, la de San Juan Nepomuceno, San Francisco Javier, San Antonio de Padua, San José, el Cristo de la Humildad, San Juan de Dios, Santa Rita de Casia, San Nicolás de Bari portando en su mano los Evangelios, obra muy venerada por los ortodoxos, o un Ecce Homo del XVII de barro cocido…
También son dignas de señalar otras obras como pinturas de la escuela de Zurbarán, el lienzo de una dolorosa de Antonio Palomino que estaba completamente ennegrecido y la restauración le devolvió su aspecto original, en un retablo del fondo de la nave están presentes los atributos pasionales y de la vida de fe y carisma de la Orden hospitalaria, incluso podemos contemplar una bata blanca de los hermanos.
A un lado del crucero vemos el órgano del siglo XVIII
 
 En las dos tribunas del crucero, una de ellas con un órgano del XVIII y la otra era utilizada para que los enfermos del asilo escucharan misa.
 
 
 Su acceso por la calle Sagasta, el único disponible, nos conduce por un pasillo, profusamente decorado con bellas imágenes, retablos cerámicos y una escalera que conduce al hospital, cuyo paso está cerrado.

 
 


Si contemplamos la fachada principal por la plaza del Salvador, denotamos que el edificio está solemnemente cerrado, sin embargo se accede a las instalaciones por la calle Sagasta, número 1. Todos los días a la una de la tarde y los domingos a las once y media se celebra misa, en principio está dedicada a los ancianos que aún residen aquí, aunque cualquier fiel puede acceder por el susodicho acceso. La orden sigue desempeñando en el presente una incuestionable labor social, ofreciendo estancia diurna, de respiro familiar a unos ochenta ancianos, de los que se cuentan con los dedos de una mano, los que pueden  contribuir económicamente a la Orden social.

Dejando el pasillo de acceso a nuestra espalda, nos adentramos en el coqueto patio interior del edificio que rebosa paz, como la Virgen que se venera. La de la paz. Durante los años cuarenta del siglo XVI, Pedro Pecador,  solitario y ermitaño hermano, fiel seguidor de San Juan de Dios, recala en Sevilla y funda el hospital de la Cruz, en el solar donde más tarde se levantaría la Lonja de Mercaderes, actual archivo de Indias. Este hospital se le conocía como el de las Tablas ya que sus camas eran tarimas de madera. Por mandato de Felipe II, ante la inminente reutilización de los terrenos para el gremio mercante, se traslada el hospital a la céntrica plaza conocida entonces como del Cementerio, justo donde se ubicaba desde el siglo XIV el de San Cosme y San Damián, del Salvador y de las Bubas. Así pues, podemos afirmar que la de Sevilla es la construcción más antigua de la Orden que contnúa en funcionamiento. Rivaliza con esta casa, el primer hospital moderno de Europa, fundado y diseñado por la propia Orden, San Juan de Dios en 1550 en Granada, pocos años antes de su muerte, pero su origen se documenta con fecha posterior al sevillano. Ambos centros consiguieron sortear la desamortización de Mendizabal, en 1835, y los desastres que implicó la guerra Civil del 36.

 

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario